Llevamos algún tiempo oyendo hablar de la impresión 3D y lo primero que se nos viene a la cabeza es una impresora como la que tenemos en casa pero que en lugar de folios impresos, lo que saca son cosas en 3D.

Es más, la imaginación no tiene límites y hemos llegado incluso a pensar que estas impresoras pueden llegar a construir un edificio.

Si es cierto que tienen la capacidad de hacer muchas cosas, pero ¿tantas como creemos?

¿Qué es la impresión 3D?

La impresión 3D es una cadena de procesos capaz de crear objetos a través de la impresión de materiales en capas superpuestas de tal manera que el resultado final sea un objeto en 3 dimensiones como nosotros lo conocemos.

Hace unos años, esto podía resultar completamente irreal y, sobre todo, que alguien lo tuviera en su casa y crear objetos como quién imprime un documento.

Sin embargo, pese a que esto puede parecer algo ideal y una herramienta muy útil, realmente no es algo tan sencillo.

Para empezar, porque los materiales que se utilizan no están al alcance de todos, no por el material en sí, si no por el formato en el que viene.

¿Cómo surge la impresión 3D?

La impresión 3D realmente surgió hace tiempo, pero se le ha dado un uso doméstico hace poco tiempo.

La primera impresora 3D (o un prototipo de ella) como tal se utiliza por primera vez en 1983 con el objetivo de dar forma a la materia, objetivo que se lleva persiguiendo desde el principio de los tiempos cuando creamos pequeñas piezas de artesanía.

En este tiempo, el norteamericano Chuck Hill crea el primer prototipo de impresora 3D que utilizaba una técnica llamada estereolitografía.

La estereolitografía, si nos ceñimos a la etimología griega, significa dibujo sobre algo sólido.

Consiste básicamente en hacer un dibujo sobre la piedra y luego reproducirlo sobre el papel.

Por tanto, se trata de imprimir por capas lo que queremos crear utilizando para ello fotopolímeros que reaccionen a la luz o al calor y se endurecen.

La impresión 3D hoy en día

Por supuesto, desde esta primera impresora 3D de 1983 (de la cual nació la compañía 3D Systems) los sistemas han ido mejorando y, de hecho han surgido muchas más compañías dedicadas al mismo negocio, creando diferentes modelos.

De hecho, a la técnica de la estereolitografía que hemos mencionado anteriormente, se suman otros métodos de crear figuras como modelado por deposición fluida (FDM) o sintetizado por láser (SLS).

Estos nuevos sistemas permiten utilizar una variedad algo más amplia de materiales para crear y que no sea solo la piedra o el papel, si no aleaciones o combinaciones de materiales más resistentes pero flexibles al mismo tiempo.

Actualmente, desde un punto de vista profesional, la impresión 3D tiene muchas utilidades:

Creación de prototipos
Productos funcionales de alta precisión que la tecnología tradicional no permite
Patrones para fundir el metal
Implantes médicos

La impresión 3D se ha convertido en algo muy importante hoy en día y extremadamente útil.

No podemos olvidar que durante las primeras olas del confinamiento se crearon multitud de respiradores y otros instrumentos médicos para ayudar en el colapso sanitario.

Actualmente, incluso, no solo la utilizamos para pequeñas piezas, si no productos completos acabados.

Esto quiere decir que es un cambio al alcance de todos, ¿o no?

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